La Vida un Hilo, Museo Rafael Angel Calderon – 2017
El ser humano es un cúmulo de experiencias y conocimientos. Este conocimiento es necesario para su desarrollo evolutivo y supervivencia diaria. No obstante, el conocimiento en determinados momentos genera miedo y dolor.
Como artista, me gusta representar la memoria –que acumula ese conocimiento- como una trama o una tela, de la cual surgen todos los pensamientos, que se intercomunican y estableces relaciones dialécticas, a veces nuevas, a veces heredadas, pero sobre todo inmovilizas y atadas fuertemente.
Como mujer, -soy fruto del pasado que a través del presente, modifico mi futuro-, lo único que hago es pensar en la libertad, libertad que si no logro, puedo inventarla, indistintamente del condicionamiento al que haya sido sometida. Este condicionamiento puede social, religioso y político. Además, en ocasiones se ha convertido en una pesada carga que he arrastrado desde antes de nacer, porque pertenezco a una familia, a un entorno y a un país.
Como mujer y artista he encontrado un camino: el silencio, la quietud de la mente, la observación, el aprendizaje. Y así de forma espontánea, en un momento dado y casi sin darme cuenta, empiezo a romper esta trama impuesta, al desgarrar aprendo que sólo existe una cosa, “lo que es”. Y entonces, empiezo a comprender el movimiento de la vida, el sufrimiento y el miedo, y empiezo a superarlos. Por eso como un ritmo impuesto, sigo rasgando la trama, la vida. Escucho la cadencia de la vida, el ritmo de mis decisiones, la música de mi vida.
Y de pronto puedo aprender a ver “lo que es”, sin la distorsión creada por la trama. Día a día, continúo cortando y soltando esa trama, para que en el silencio y la paz pueda encontrar el amor y la belleza de una vida nueva tejida por uno mismo encontrando nuevas convicciones y verdades. Hoy no, ni creo que mañana, pero estoy segura que poco a poco podré encontrar mi camino individual, que estará en armonía con mi entorno, con mi ser mujer y con mi ser artista.